62 AÑOS...PERO REALMENTE NO LOS TENGO, PORQUE YA LOS GASTÉ.

Los tengo todos y a la vez ninguno. Tengo apariencia de que sé mucho y conciencia absoluta de lo poco que sé. Con lo poco que sé he logrado mucho y con lo mucho que sabía fue mucho lo que perdí.

He abrazado a muchos y a muchos he dejado de abrazar. Me han acompañado tantos por tanto, que por tanto nunca los dejaré de abrazar.

La jornada de un Pastor es una llena de surcos. Surcos que deja en otros al caminar y surcos que marcan su vida al andar. He recogido piedras y piedras he vuelto a soltar. He saboreado el fruto de muchos y a muchos los he vuelto a sembrar.

La gente no es mía pero es mía a la vez. Discierno lo que contienen y lo que les falta también. Una vez aparenté lo que no era y lo que no era solté. Algunos se quedaron con lo que ellos eran para no tener que amarme otra vez.

Entre la gente es más fácil ser amado por lo que no se es que soportar el desprecio por lo que se es.

Amo gente y gente me ama a mí. Otros amaron lo que tengo creyendo que me amaban a mí. Ser un Pastor es ser y a la misma vez dejar de ser. Y todos quieren ser entendidos sin muchos querer entender.

Amo lo que amo por amor al que me amó. Un Pastor camina con todos y con nadie a la vez decidiendo en silencio como si nadie estuviera con él.

Soy un hombre de Dios a pesar de lo que carezco y es justo lo que carezco lo que me sostiene de Él. Camino entre lo que sé y lo que desconozco. Entre lo que tengo y lo que busco. Entre lo que sueño y lo que nunca soñé.

Tengo dentro de mí una extraña combinación. Soy nostálgico y extrovertido. Amante del cielo y de vivir en la tierra también. Complazco a los que puedo sin dejar de complacerme yo.

PUES AMO AL PASTOR QUE SOY Y AL HOMBRE QUE SIGO SIENDO TAMBIÉN.

Rubén Arroyo...Y así me dirijo a mis 63