BENDITA SEA MI GLORIA!
BENDITA SEA MI GLORIA!
Existe una línea muy fina entre “venga tu reino” y “venga mi reino”. Revise estos dos estados del corazón del rey Saúl.
“Y edificó Saúl ALTAR A JEHOVÁ; este altar fue EL PRIMERO que edificó a Jehová.”
1 Samuel 14:35
Este verso parece ilustrar el lugar que ocupa Dios en el corazón de Saúl al inicio de su reinado. Ahora vea este otro verso:
“...Saúl ha venido a Carmel, y he aquí SE LEVANTÓ UN MONUMENTO, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal.”
1 Samuel 15:12
Saúl comenzó levantando un altar a Jehová y al poco tiempo se había levantado un altar a sí mismo.
En mi experiencia Pastoral he visto ambos mundos pasar ante mi. Con expectación y admiración he visto personas exhibir dones, recibir poderosas palabras proféticas acerca de su futuro ministerial y comenzar a dar excelente fruto. Los vi levantar altar al Señor...¡Durante un tiempo!.
Luego, el efecto del éxito ministerial reflejado en el resultado de sus dones traducido en forma de elogios, reconocimiento y aplausos de alguna manera se fue traduciendo en actitudes sutiles de aparente arrogancia, independencia y rebelión.
Poco a poco el altar al Señor dio lugar a un monumento personal que demandaba un extraño reconocimiento a su asignación separada del liderazgo que representaba orden y estructura eclesial.
De operar desde una mente de asignación congregacional que confesaba “nuestro llamado” pasaban a “mi llamado”. La congregación ahora era sólo el instrumento que servía de plataforma desde donde se construía el cumplimiento profético de “mi asignación” y todos deben aceptar sin más ni más lo que “Dios dijo y determinó acerca de mi...y nadie se meta con eso”.
Es finísima la línea que separa el ser director o líder de un ministerio y ser dueño de él y de la vida de los que lo componen.
Créame. Existen creyentes que aún no advierten que en su corazón, el Altar a Dios fue sustituido por un Monumento a sí mismos. Sólo el tiempo lo revela.
Rubén Arroyo...Sólo el Tiempo lo Revela
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