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COMO LA TIERRA SEDIENTA


COMO LA TIERRA SEDIENTA


“Me acordé de los días antiguos; Meditaba en todas tus obras; Reflexionaba en las obras de tus manos. Extendí mis manos a ti, Mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah”

‭‭Salmos‬ ‭143:5-6‬ ‭


Hambre por ver que vuelva a ocurrir. Eso tengo por resultado yendo tras las huellas del Espíritu Santo al estudiar los avivamientos dispersos por el mundo y a través de toda la historia.


Ver lo que Dios hizo testifica de que lo puede volver a hacer. Estudiar la historia de cómo Dios usó en el pasado a sus hombres y a sus mujeres en poderosos moveres que alteraron ciudades sólo me lleva de rodillas en un clamor...


¡SEÑOR...HAZLO OTRA VEZ!.


Evan Roberts y el gran avivamiento de Welsh. Cárceles sin presos y centros judiciales sin crímenes mayores que juzgar mientras miles se convertían al Señor. William Seymour y el avivamiento que recorrió el mundo en el 1906.


Los ciegos viendo y muertos resucitados en Mozambique bajo el ministerio de Roland y Heidi Baker. Leif Hetland y los milagros creativos entre miles de musulmanes que se rinden al Señor. Randy Clark y el avivamiento en Toronto que sacudió iglesias históricas y tradicionales estremeciéndolas bajo el poder del Espíritu Santo.


Bill Johnson y lo que hasta la prensa secular reconoce como el “Factor Bethel Church, Redding en California.


Steve Hill y la gran visitación el Domingo día de padres en Brownsville, Fl. en la iglesia de John Kilpatrick con cientos de misioneros lanzándose a las naciones. Millones de africanos corriendo a los pies del Señor con el mensaje del evangelio lleno de señales de Reinhard Bonnke y Daniel Kolenda.


Conocer estos grandes moveres y saber que aún Dios lo está haciendo alrededor del mundo, casi convierte en caricatura los cultos casuales y predecibles.


Es inevitable que un ministro se exponga a la historia de estos ministerios y no sienta el desafío estallar en su espíritu de buscar que Dios repita su historia una vez más.


Si Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre, entonces tenemos el derecho de extender nuestras manos a Él...


¡Y NUESTRA ALMA A ÉL COMO LA TIERRA SEDIENTA!.


Rubén Arroyo...¡Señor...Hazlo otra vez!.

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