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LO CONFIESO...MI FE ES BIPOLAR


LO CONFIESO...MI FE ES BIPOLAR


“...Creo; ayuda mi incredulidad”.


El Padre del niño sanado por Jesús también padecía del mismo desorden de Fe. Pero usted no escuchó a Jesús recriminarle...”Decídete mijo, o crees o no crees, pero no me salgas con esa zona gris donde crees y eres incrédulo al mismo tiempo”.


El milagro llegó de todos modos. A Jesús no pareció intimidarle la zona gris o tibia de una duda escondida tras la máscara de una Fe que ruega y espera.


Se dice que la esposa de Spurgeon, el “Príncipe de los Predicadores”, pegaba pedazos de cartulina con versos bíblicos en el techo de su recámara, para que su esposo los leyera en los momentos en que demolido por la depresión y drenado por la desmotivación, se tiraba en su cama con sólo ganas de morirse.


¿Se levantó alguna vez una mañana con una Fe dispuesta y decidida a enfrentarse cara a cara con el mismo diablo, para 24 horas después sorprenderse a sí mismo fantaseando con las frases con que adornaría la carta de renuncia a su llamado?.


(YA ES TARDE. NO ESCONDA SU SONRISITA DE “YO NO FUI”...PORQUE YA SE LA VI)


David padecía del mismo mal y no parecía importarle que todo Israel cantara sobre su Fe bipolar en forma de salmos durante siglos, y que varios miles de años después de ellos usted y yo los cantáramos también.


David se quejaba en un verso y adoraba a Dios en el próximo. Le faltaba la respiración en uno y danzaba de gozo en el otro. Le reprocha a Dios el por qué lo había abandonado en uno mientras en el otro le daba gracias por siempre haber estado ahí.


Un día masacraba gigantes y al otro día corría a esconderse de Saúl. Un día mataba mil filisteos y al otro día se hacía el loco en medio de ellos dejando que sus babas bajaran por su barba muerto del miedo.


Lea la historia de Gedeón y antes de impresionarse con sus 300 héroes cuente las veces en que tuvo más de 300 toneladas de miedo en su corazón.


Mírese en el espejo...¿A quién ve...Al mata gigantes o al escondido en la cueva de Adulam?. Bienvenido al mundo extraño de la fe, donde es normal la anormalidad de decir de vez en cuando...


“CREO...AYUDA MI INCREDULIDAD”


Rubén Arroyo...¿Lo asesino...o me escondo?

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