UNA NOTA EN TEMOR ACERCA DEL TEMOR
No podré amar correctamente a Dios si no le temo. Ni tampoco podré temerle correctamente si no lo amo.
El temor es una emoción común en la raza humana. Pero cuando se trata de describir nuestra relación y actitud con nuestro majestuoso Dios, el temor no es una emoción sino un estado del corazón transformado inicialmente por un encuentro y sostenido luego por una relación.
Dos frases usa la biblia cuando asocia a Dios con temerle. Por un lado se menciona el “Temor a Dios” y por otro el “Temor de Dios”. Se parecen pero no son lo mismo. Lo primero es de aquí para allá y lo segundo de allá para acá.
Temer A Dios sin temor DE Dios tiene origen en la tierra. Ese temor es activado por la ansiedad causada por las pérdidas o posibles consecuencias de mis pecados, desobediencias y errores. Soy yo el centro de ese temor...no Dios.
No se trata de que lo ofendí sino de lo que puedo perder al ofenderlo.
El temor de Dios no tiene que ver conmigo aunque lo afecta todo de mi. El Temor de Dios es una revelación que obtengo de Él. Una conciencia de la trascendencia de un Ser único en una esfera de existencia única en estado eterno y perfecto.
Nada y nadie excepto Dios posee ese absoluto en todo. Omnipresencia...Omnipotencia... y Omnisciencia, en una naturaleza de pureza inmutable y eterna.
Recibir revelación de eso por la sola acción del Espíritu Santo en una decisión soberana dentro del contexto de una íntima relación con un creyente, edificará una majestuosa experiencia con el “Temor De Dios” estableciendo ese temor como un estado permanente del corazón. En otras palabras...
TEMER A DIOS ES LA CONSECUENCIA DE RECIBIR DEL ESPÍRITU SANTO LA REVELACIÓN DEL TEMOR DE DIOS.
Eso traslada en forma sobrenatural lo imperfecto de MI temor a la maravillosa experiencia de SU temor.
Rubén Arroyo...En temor y temblor
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