CRIMEN CONTRA EL ESPÍRITU DE DIOS.
- cidrachurch
- 10 abr 2020
- 2 Min. de lectura
CRIMEN CONTRA EL ESPÍRITU DE DIOS.
El Espíritu Santo no fue enviado simplemente para llenar el vacío que la partida de Jesús significaría. Fue enviado para entre otras cosas multiplicar exponencialmente el impacto de él en la tierra.
Él sería la sabiduría, el poder, el genio creativo y el motor del crecimiento de la iglesia y la evangelización del mundo.
Pero con el tiempo, aprendimos a hacer iglesia sin necesidad del poder y la revelación del Espíritu Santo. ¿Para qué su revelación si existen los libros de motivación?.
Tenemos ministerios muy organizados y programas capaces de anestesiar la necesidad de la gente y que al final se vayan igual que entraron pero sonriendo como si todo hubiera cambiado.
Nuestros altares poseen extraordinaria iluminación y nuestros equipos electrónicos crean efectos majestuosos provocando que nuestros auditorios luzcan como hermosos centros de entretenimiento, mientras que el Espíritu del Señor espera a ver a quién se le ocurre orar por el enfermo que tiene al lado.
Nuestros mensajes están llenos de frases de oradores de motivación y sabemos cómo arrancar aplausos con una oratoria que sabe de memoria cuándo hacer reír y cuándo hacer llorar.
Aprendimos a usar el arte para adorar con gente que idolatra el arte. Adoradores con talento pero indiferentes a la obra del Señor al cual adoraron después que terminaron su hora de trabajo.
Nos convertimos en famosos predicadores logrando que la gente nos considerara profundos, cargados de revelación con el vocabulario de otro y llenos de la adrenalina desatada por el último libro leído.
Pero al mismo tiempo, no teníamos la menor idea de cómo librar a la gente de sus prisiones espirituales y aflicciones de su cuerpo o de su alma.
Llenamos congresos y creímos que eso nos convertía en exitosos. Tener una mega era la meta ya fuera con el Espíritu Santo...o sin Él. La ausencia de manifestación de Dios pasa desapercibida si el templo está lleno de gente.
Después de todo...¿Para qué quiero al Espíritu Santo si tengo 4 mil personas cada domingo en la iglesia?.
¡Ojo!...Ninguna de las anteriores es mala a menos que en algún lugar de nuestro corazón sustituya al Espíritu de Dios.
El Señor está derribando los dioses de las definiciones de éxito que lo excluyeron. El trono de nuestro ego se derrumbará como los muros de Jericó con un sólo grito del Espíritu de Dios.
El evangelio que gira alrededor de alguien endiosado se va a deshacer como lo que es...un ídolo de barro. El legalismo que ante la ausencia de poder y legítima autoridad sustituyó el ministerio de unción por el de la crítica, verá sus templos vaciarse aún más de lo que ya están.
Los auto llamados “de la sana doctrina” que realmente es doctrina que no sana y los de la senda antigua que tiene todo de antigua y le queda muy poco de senda, tiene sólo dos caminos. O transiciona o se muere.
A LO MEJOR SUFRIMOS UNA PANDEMIA...SÓLO PARA QUE DESCUBRIÉRAMOS NUESTRA ANEMIA.
Rubén Arroyo...¿Alguien tiene Tylenol?
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