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LA OSCURIDAD DE LOS POLÍTICOS NO OPACA LA GLORIA DE LOS HÉROES


LA OSCURIDAD DE LOS POLÍTICOS NO OPACA LA GLORIA DE LOS HÉROES


Terminaba de vestirme cerca de las 8: 40 am. para comenzar la jornada en mi consulta cuando el primer avión se estrelló contra la Torre Norte. El tiempo pareció detenerse entre la confusión y la colisión contra la Torre del Sur del segundo avión.


Manejaba como aturdido por el sur de Miami y todo parecía sombrío con un ensordecedor silencio. Nadie se presentó a la consulta y yo no tenía ánimo para consultar con nadie. El 9/11 fue la razón por la que entramos en guerra con Afganistán. Era el refugio de Osama Bin Laden y sus asesinos del grupo terrorista Al Qaeda. A los héroes que murieron en el 9/11, se añaden estos otros héroes que dejaron sus vidas en Afganistán:


Militares estadounidenses muertos en Afganistán hasta abril: 2.448.

Explosión en Kabul durante retirada 13

Contratistas estadounidenses: 3.846.

Fuerzas armadas y policías nacionales afganas: 66.000.

Otros aliados, incluidos de otros miembros de la OTAN: 1.144.

Civiles afganos: 47.245.

Trabajadores humanitarios: 444.

Periodistas: 72.


La idea no era sólo eliminar a Bin Laden y desmantelar a Al Qaeda, sino ayudar con todos los recursos posibles a que ese peligroso lugar no volviera a convertirse en un centro de reclutamiento, adiestramiento y refugio paradisiaco para terroristas. No podía quedar un vacío que Irán o Qatar pudiera utilizar para financiar terroristas que siguieran poniendo vidas inocentes en peligro alrededor del mundo.


Las tres fotos son intencionales. La de las torres pretende resumir la violencia, maldad y cobardía de un ataque múltiple a civiles indefensos. La “Dama en Polvo” testifica de nuestra determinación de resurgir de entre las cenizas. Su nombre es Marcy Borders.


El militar se llama, Robert O’Neill, miembro del ahora famoso “Navy SEAL six Team”. Robert fue quien le puso una bala en la cabeza a Osama Bin Laden en Pakistán, en el segundo piso de la fortaleza que lo escondía.


Ganamos las batallas en Afganistán pero perdimos la guerra por la forma en que nos retiramos. Todas las muertes que puede sumarse en las cifras que describí, terminaron muriendo en vano cuando le rendimos un país entero a una manada de asesinos en un banal, pasajero e inútil intento de crear una imagen política que rindiera fruto traducido en votos.


Antes del 9/11, el Talibán se escondía en cuevas, se vestía de trapos y se desplazaba en motoras, bicicletas y caballos. Después de 20 años, siguen siendo los mismos asesinos sin piedad de siempre, pero esta vez visten elegantes uniformes, miles de armas con millones de municiones, vehículos blindados y armados de transportación terrestre, helicópteros con armas sofisticadas, equipo de comunicaciones de alta tecnología, visores nocturnos con cascos de comunicación. Decenas de millones de dólares en infraestructura y una lujosa embajada donde puedan llevar a sus esclavas sexuales y a las niñas que adoptan como esposas para divertirse en forma más lujosa.


ENTRAMOS FURIOSOS Y SALIMOS HUMILLADOS. FUIMOS CON ORGULLO PATRIO Y SALIMOS AVERGONZADOS.


Hoy me gustaría que en el día de la recordación a nuestros muertos en ambas tragedias absurdas, en vez de que los políticos tuvieran otra plataforma para exhibirse, los muertos en Afganistán fueran los oradores. Sólo ellos tendrían la fuerza moral para recordarnos lo que la prensa insiste en olvidar.


QUE CUANDO PUDIMOS DEMOSTRAR REAL VALENTÍA EN SUS NOMBRES, REVELAMOS LA POLÍTICA COBARDE QUE NOS DESCALIFICA PARA RECORDARLOS CON DIGNIDAD.


Rubén Arroyo…La Justicia de Dios pronto será exhibida.

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